Sala de columnas - El paréntesis
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Autor
*ENRIC GONZÃLEZ *
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* 17/05/2013
El paréntesis
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EN GENERAL, se tiende a creer que Europa reaccionará. Que después de las
elecciones alemanas, en otoño, la Unión enderezará el rumbo hacia el
crecimiento. Que la economÃa no llegará al colapso. Que el euro
resistirá, porque su destrucción tendrÃa efectos inconcebibles. Que todo
esto, al final, acabará saliendo bien.
Hay que esperar que asà sea.
También en 1914 habÃa esperanzas. La guerra era inevitable, pero no iba
a durar. Los generales de uno y otro bando sabÃan lo que hacÃan: habÃan
estudiado a fondo las campañas napoleónicas y el conflicto
franco-prusiano y garantizaban unos movimientos masivos y vertiginosos
de la infanterÃa, dotada de transportes y de armas automáticas. La gente
vitoreaba a las tropas que partÃan hacia la guerra-relámpago. Cuatro
años más tarde, en 1918, sobre una Europa traumatizada se alzaba una
montaña de nueve millones de cadáveres.
Esa guerra era la última, se dijo.
Alemania, sometida a profundas convulsiones polÃticas tras la caÃda del
Kaiser y al pago de reparaciones de guerra, entró en una fase de
hiperinflación. En 1930, sofocada el alza de precios, el canciller
Brüning aplicó una polÃtica deflacionista. Lo que llamamos devaluación
interna. El principal objetivo de Brüning consistÃa en cumplir con el
pago de las deudas para que siguiera llegando crédito, y los acreedores
no aceptaban cobrar en moneda devaluada. Era necesario, por tanto,
devaluar todo lo demás. Bajaron salarios y precios. El desempleo aumentó
de forma vertiginosa. No hace falta subrayar la similitud con ciertas
situaciones de hoy. Sólo tres años después, Adolf Hitler ocupaba la
CancillerÃa de BerlÃn.
En la primera mitad del siglo XX, la historia del continente es la
historia de un suicidio colectivo. Nos acostumbramos a pensar que eso
quedó en el pasado. La convergencia económica y polÃtica trajo paz y
prosperidad.
No hemos tenido demasiado en cuenta, quizá, las condiciones
excepcionales en que se desarrolló ese proceso virtuoso. La Guerra FrÃa
suponÃa una amenaza, pero también una garantÃa de estabilidad. Las dos
Alemanias permanecÃan ocupadas por las potencias vencedoras, aunque se
notara mucho más la ocupación soviética en la RDA. Y Europa disponÃa de
una élite polÃtica que habÃa conocido personalmente los horrores del
pasado.
Aún no sabemos si el paréntesis es la crisis actual, o si el paréntesis
fue la Europa rica y pacÃfica a la que nos acostumbramos durante
décadas. Aún no sabemos si Europa se ha curado ya de sus tendencias
suicidas.